domingo, 30 de noviembre de 2014


EL MUNDO SIGUE ANDANDO...

Por Ana Beatriz Wainer Amar

Rosas, Gerona, España, 25 de diciembre del 2004.



Siento el olor a flores, a animales, a leche recién ordeñada, a personas y a cosas, con esa capacidad sensitiva que tenemos en la infancia y que quedan registrados en el archivo de todos los sentidos, cada sentido tiene una memoria registrada, y esa memoria se activa ante la sorpresiva aparición de emanaciones, sensaciones o visiones que complementan nuestro presente con pinceladas del ayer con lógicos emocionales resultados. Oigo a las monjas en constante y diligente trajinar, y me sumerjo en el bullicio y colorido de las fiestas.

Veo los rostros queridos que se quedaron en el recuerdo y a los que hoy evoco emocionada y agradecida por todo el amor que me dispensaron. Ante tantos recuerdos felices no puedo evitar pensar, que las nietas jamás podrán conocer la sensación de vivir a pleno campo sintiendo el palpitar de la naturaleza cuando un fuerte e inesperado chaparrón alimentan la tierra generosamente levantándose primero un tenue polvo y luego un decidido aroma que se eleva agradecido al unísono con el olor a hierba y flores mojadas diciéndole; “Gracias”, a la generosa nube que entrega su vida para que otras vidas permanezcan en este mundo donde solo el humano con poder no aprendió a conjugar las palabras;

Generosidad, Fraternidad, Justicia, Humanidad................

¡OH!¡ El campo!

No sé porque tengo tan discriminado los valores entre la campiña y la ciudad, el campo me representa el trabajo honesto, la sencillez, la humildad creadora, y la ciudad la soberbia, la descarnada especulación, la despersonalización, el canibalismo.

Seguramente hay detalles que ya no recuerde, otros que se me hayan perdido, pero el campo dio forma a mi personalidad, dio comienzo al desarrollo de mis capacidades psíquicas y físicas, creo que debo decir que el campo fue mi primer maestro, el que me enseñó mediante ejemplos variados y ricos en contenido lo que seria mas tarde mi personalidad y mi carácter.

Viví mis primeros años de mi vida dentro de una villa de retardados mentales, donde papá era médico interno.

¡Cuánto tiempo a pasado!, sin embargo lo recuerdo todo como en una película en colores, y no dejo de maravillarme de esa aptitud psíquica que nos permite regresar al pasado recordando todo lo que se ha fijado en la memoria, realmente ella tiene una significación extraordinaria para la vida y la actividad humana.

La villa esta al lado de Torres, que es un pueblo de muy pocos habitantes que viven de la agricultura y la ganadería, en aquella época, hace más de medio siglo, los caminos saliendo de la carretera nacional, que se dirige a todos los pueblos del oeste de la provincia de Buenos Aires, eran todos de tierra que se transformaban en barro intransitable cuando caían dos gotas de lluvia.

Torres es conocido por tener cerca el hospicio “Montes de Oca”, un lugar donde una diversidad de personas son abandonadas por sus familiares, el viejo problema de los enfermos mentales que, se necesitaron siglos para se considerados como tales. Casi podríamos decir que el desarrollo humanístico de una nación se lo puede medir de acuerdo al trato y consideración que se da al ciudadano alienado.

Las ideologías características de cada época y sus sistemas sociales fueron perfilando la historia del progreso científico especialmente del pensamiento psiquiátrico y también, sus regresiones.

En la antigüedad se realizaron, entre otras cosas, los primeros intentos para organizar la asistencia psiquiátrica hospitalaria, sin embargo, estos progreso se olvidaron mas tarde. En la Edad Media, la ciencia psiquiátrica no solamente dejó de desarrollarse, sino que experimentó un gran retroceso.

Uno de los psiquiatras rusos más eminentes: Peter Kaschenko dice con mucha razón:”En la agonía del mundo antiguo y en las enormes catástrofes sociales y políticas que le sucedieron se apagó la llama del conocimiento y del humanismo y durante siglos reinó la oscuridad absoluta de la ignorancia y la barbarie”.

O sea que, a juzgar por la barbarie existente en nuestros días, aun vivimos en aquella oscura edad.

Con los desastres sociales que asolan el mundo actual, me imagino con que vesania se gobernaba en aquellos tiempos infames en que la ignorancia conducía a aberrantes prácticas culturales.

Casi al mismo tiempo que el materialismo de Demócrito, comienza a tomar cuerpo el idealismo de Platón quedando claramente delimitado dos criterios opuestos sobre enfermedades psíquicas, criterios que se ha mantenido durante siglos. Los médicos materialistas veían en la enfermedad psíquica una enfermedad del cuerpo y concretamente del cerebro. Al mismo tiempo, los idealistas tanto filósofos como médicos consideraban la psiquis (el alma, la idea, lo eternamente existente) como lo primario, la base de la existencia y la material ( el cuerpo) como lo secundario como resultado de la actividad de esta alma o como substrato separado del alma y con existencia propia.

Es sorprendente como se puede llegar a la conclusión de que, a pesar de tantos estudios y experiencias, los curadores de almas ( religiosos) no quieran desprenderse de la teoría platónica que tan buenos resultados les ha dado hasta hoy para gobernar con o sin guitarra y toda molécula que moleste a la buena marcha de sus negocios.

Esta ideología determinaba la actitud de los médicos y religiosos hacia los enfermos psíquicos, viendo en ellos a personas a las que los dioses habían privado de alma por sus delitos o que estaban en relación con los espíritus malignos provenientes del ateísmo, sectas heréticas entregadas al culto perverso del enriquecimiento siempre ilícito. Los enfermos así consideradas las cosas, no eran enfermos en el sentido propio de la palabra, y por eso con ellos no se recurría a medidas de carácter curativo, sino a la influencia moral, a la expulsión de los malos espíritus y finalmente al castigo corporal a veces con resultado de muerte.

La Iglesia católica enfrentada a la ciencia laica, consideraba a los enfermos mentales como seres colocados bajo el dominio del demonio, al que habían vendido su alma. En esta época muchos sucumbieron en las mazmorras y en las hogueras... el poder político utilizó y utiliza el diagnostico de “enajenación mental” para fines inconfesables, tanto en el mundo comunista como en el mundo capitalista, lo cual quiere decir que no es cuestión de cultura sino de intereses, de oportunidades y de calidad humana.

Las personas que nacen con un retardo mental generalmente el intelecto se estancan a los tres años, que es cuando se deja de ser infante y se pasa a la niñez, a veces el retardo se produce al entrar a la pubertad, por esto su mente no se desarrolla y su actividad intelectual se queda en esos niveles el resto de su vida.

El estar bien informada me sirvió para dar clases de Música con Profesionalidad.

Muchos de mis alumnos tenían y tienen algún tipo de discapacidad física, mental o emocional y tuve que adaptar el programa de enseñanza a ellos para poder ayudarles a descubrir los secretos de un instrumento, ya sea el piano o la guitarra y permitirles ingresar en un mundo no agresivo con el cual podían, pueden comunicarse, integrarse y auto identificarse, sin conocer el fracaso, mediante el uso de sus limitados medios físicos o mentales.

La práctica musical coadyuvó para mejorar sus aptitudes, sus calificaciones en la escuela, sus relaciones con su entorno social, a tener mejor movilidad manual, inclusive a tener mejor control sobre su temperamento, en suma a sentirse felices.

Los especialistas que comprenden y pueden evaluar plenamente la disminución del alumno pocas veces poseen la habilidad o el conocimiento musical necesario para llevar al alumno a un nivel profundo.

Ante esta realidad existente en el campo de los especialistas de la educación y la terapéutica, no es rara la actitud de las personas ajenas a este ámbito que pretenden, cuando contratan los servicios de una maestra de música, que tanto educando como profesora cumplan estrictamente la hora de trabajo como si de apilar ladrillos se tratara.

Nuria, 20 años, inteligente, pero con caídas depresivas preocupantes. Su médico sugiere a su madre la conveniencia de unas clases de guitarra como complemento terapéutico. Aun cuando ella estaba habituada al estudio ( hacia la universidad, la carrera de traductora de ingles), la música le planteaba una forma compleja y muy difícil para adquirir los conocimientos necesarios para introducirse en su mundo.

No tenía problemas con la parte intelectual, la teoría era comprendida sin dificultad, pero su aplicación práctica en la guitarra le producía un foco de tensión y ansiedad que limitaba su capacidad de concentración. Su mente era más rápida que sus dedos.

El entrenamiento psicofísico aunque para ella intenso, la lucha contra las dificultades arrojaba resultados satisfactorios que “nos” proporcionaba instantes placenteros al finalizar cada sencillo ejercicio bien tocado, digo “nos proporcionaba” porque yo participaba mentalmente de aquella gesta heroica de trasladar a la guitarra las notas y figuras escritas sobre un pentagrama.

En una incomprendida y por supuesto nada valorada tarea, elaboré un plan pedagógico para estos casos especiales, sin embargo, cuando logré que Nuria tuviera plena satisfacción de sus esfuerzos como guitarrista, la madre consideró que no estudiaba suficiente para la hora que ella pagaba, a su entender mi método no era serio.

Al poco tiempo de instalarme para vivir en la Bahía de Rosas, fui contratada para trabajar en la residencia de ancianos del pueblo, debía, una vez a la semana y durante una hora atender a las necesidades musicales de algunos residentes...para ello en el salón de actos de la institución se reunían algunos “viejecitos” que llegaban por su propio pié y otos en sillas de ruedas...todos esperaban ansiosos que mi esposo y yo afináramos los instrumentos y les dijéramos por cual canción comenzábamos a cantar. El entusiasmo era mayúsculo, cada uno hacía lo que podía, unos leían las letras y otros hacían como leían para que no les descubriera que no sabían leer...muchos desafinaban, otros gritaban, los más aplaudían, nosotros dos seriamente como correspondía a la ocasión, guitarras en mano...con toda la voz, sin amplificación, felices, hasta que un día el director dijo; “Que lo suspendía porque no había dinero para seguir pagando las “clases”” ...(claro, la ignorancia es tal..) que es imposible explicar que las “clases” de solfeo a esas edades y en esas condiciones no son posibles y que afinar es un sueño de muy pocos, y que lo principal en un lugar como ése es que el interno disfrute y se divierta y olvide su situación.

De vez en cuando me acuerdo de aquellos olvidados de la sociedad, que gesticulaban agitando los brazos y hablando en voz alta a algún fantasma que ellos y solo ellos podían ver.

Sus gritos lastimaban mis oídos. No se porque extraña fuerza me clavaba en la tierra para contemplar aquel horroroso espectáculo, lo cierto es quedé sensibilizada a toda manifestación de dolor o agresión ya sea a otro ser humano como a cualquier animal.

El asilo, una pequeña isla en ese inmenso mar de hierbas no dejará nunca de motivar el asombro, de invitar a la reflexión, de enseñarle al hombre a mirarse en el espejo de los sin tiempo, desnudos de ambiciones, acosados por lamías y endriagos cuyos gritos hieren a Eolo y conmueven los pétreos fundamentos de la tierra. ¿adónde se dirigen?, son un clamor, un llamado, un grito de deleite, una forma de canto ¿un estallido de libertad o acusaciones lapidarias del cielo?

Para mí aquella etapa de mi vida fue una hermosa universidad, que duda cabe, aprendí mucho, disfruté mucho, sufrí mucho.



Y también recuerdo que allá en la villa me acompañaba la vida que se manifiesta de distintas formas y modos y en ningún momento nos abandona, hablaba con las gallinas, con los patos, con mi perro, con mis muñecas...hasta el ultimo momento de irme a dormir me arrullaba el canto de la noche que envolvía mis párpados, el llamado de las ranas, el tosco ritmo de los sapos y rococó, la suave voz del búho, la alegría del coyuyo en tiempos de la algarroba, el canto solitario del grillo y todos los lenguajes con los que se expresaba la noche se volvían susurros hasta desaparecer en mis oídos con el más sutil de los pianísimos.

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