RECORDANDO
AQUELLA EPOCA DE LA INFANCIA
El
sol asomaba curioso entre las nubes. . No había ninguna garantía de
que no siguiera lloviendo.
La
soledad nunca fue buena compañía para los niños, y aquel momento
yo poseía una buena porción de ella., Vos, papá, nos hacías
barquitos de papel, y aquel signo premonitorio de mi vida actuó
como estimulo para quebrar el orden establecido, ademas en ese
preciso momento no llovía, estábamos en el mes de las lluvias o sea
en otoño, ya casi invierno y yo solo tenia 4 años de edad.
(
Entonces no sabia que algún día cruzaría la mar oceánica en
barco y en 14 días de viaje estaría en el Viejo continente ) .
Salí
al campo, pues vivíamos en una casa del gobierno dentro de un gran
huerto, pues papá era medico interno de una colonia de retardados.
Me
esperaba Chito, mi pastor alemán, apoyado en sus brazos, las orejas
erguidas preparado para recoger la pelota que le arrojaría, pero,
esta vez no había pelota, solo mi barquito de papel.
Busque
con la vista algún “riacho “ para mi barco. Había una suave
brisa, La tierra estaba mojada. Nos acercamos a la charca de los
patos y ahí estaba lo que buscaba, el largo comedero estaba lleno
de agua, deposite con cuidado mi barco y lo empuje para que
navegue. Chito no entendía nada, que clase de juego era ese donde él
no intervenía ? Naturalmente pato se aproximo al comedero a
constatar que había llevado para comer.
Ante
mi alegría una ráfaga de viento hizo navegar el barco hacia donde
estaba pato, este ni corto ni perezoso le dio un picotazo que lo
sumergió e intento comérselo.
La
sorpresa y la rabia se apoderaron de mi y le dije “ sos muy malo,
mira lo que hago con tu vara de buscar comida “, la agarre y la
arroje a la charca, esto le gusto a Chito que estaba observando y
salto a la agua fangosa en su busca, dejo la vara a mis pies y se
sacudió de tal manera que quede bañada con esa agua sucia.
Llorando
regrese a casa corriendo y la buena de Dolores, la empleada que
ayudaba a mamá con los quehaceres de la casa, intento que pasara
desapercibida pero las exclamaciones de María , la otra empleada,
despertaron a mamá de su siesta.
“ Que
pasa ?”
“
Nada, señora, Anita se
resfaló “
“ que
se bañe y se cambie de ropa “.
Una
vez limpia y vestida me dirijo al comedor en busca de nuevas
aventuras.
La
mente infantil funciona libremente,. El futuro es un tiempo que no
interesa. Pasteles y tartas estaban esperando el momento de la
transgresión, la llegada del momento social se demora y adultos
distraídos, niña golosa al acecho !.
Es
la fiesta de mis 5 años !, es el 29 de junio ! Un día que oscurece
a las 5 de la tarde porque es invierno, un día muy frío en que los
leños de quebracho calientan y alumbra la estancia, un comedor
sencillo, para gente no tan sencilla., en aquellas épocas el
medico, como el comisario eran personajes muy importantes y muy
respetadas y en el conjunto de la sociedad se los veía como
personas distintas y sus familias eramos tratados con deferencia.
Yo
era una niña educada para vivir en una sociedad de clases, debía
cumplir el protocolo, debía cumplir las extrictas leyes de una élite
social.
Esta
teoría educativa estaba en clara contradicción con la recibida de
la naturaleza y las circunstancias de la vida.
Papa
y mama me sometieron a rígidas normas sociales y crecí rodeada de
fantasmas.
En
cambio el campo comenzó a perfilar mi temperamento independiente, mi
espíritu libertario, hizo brotar de mis profundidades el repudio a
la falta de libertades, mi naturaleza pura , salvaje, ya entonces
luchaba tenazmente contra la celda cultural.
El
día se iba consumiendo, se retiraron las visitas, y ya se oían en
el pueblo los cohetes y el bullicio de los jóvenes preparando las
fogatas cuyo humo se veía desde la ventana del consultorio.
Esta
fiesta pagana para ahuyentar a los malos espíritus mediante el
fuego exitába el animo de los enfermos a los que se les da la
comida temprano para que se recluyan en sus dormitorios.
Las
grandes fogatas animaban a las vecindades que de esta manera
conseguían un paliativo para el intenso frío reinante y un motivo
de jolgorio con practicas deportivas no exentas de peligro porque los
jóvenes y no tan jóvenes saltaban entre las llamas.
“Ya
vendrá algún quemado “, vaticinaba mamá..
Los
viajes de papá a la capital representaban el sinónimo de
libertad. Dos veces a la semana y después del almuerzo papa iba a
dar clases de psicología en un colegio secundario en la ciudad de
Buenos Aires y mamá aprovechaba el viaje para ir a clase de piano y
de cocina. Dolores cuidaba de mi hermano y de mi y preparaba la
comida para la familia y para los animales,, ponía la mesa ,
limpiaba la casa y Santiago cuidaba de las gallinas, los patos, de
Chito, de Michi, del jardín, de los arboles de sombra y frutales,
había que regar, cortar el césped, limpiar la jaula de los
canarios, limpiar el gallinero mientras María planchaba, lavaba la
ropa, cocía la ropa, limpiaba y frotaba los metales.
Al
oscurecer, Santiago encendía el farol de la entrada, al momento
comenzaban a revolotear alrededor de la luz diversos insectos de
todos los tamaños y colores que aumentaban en numero a medida que
pasaban las horas y llegaba la noche, a sus vez ellos atraían a otro
personaje que Dolores la llamaba “cra – cra “
Se
trataba de una ranita muy pequeña que poseía una garganta muy
potente, tanto por el color de su voz como por su fuerza.
La
primera vez que nos vimos nos asustamos mutuamente, ella se refugio
en el pastizal y yo en casa.
Siempre
había creído que se trataba de la hijita de una rana grande que
croaba con una voz bien impostada hasta que un día la sorprendí
comunicándose a la distancia con sus congéneres. Aun me pregunto
si fue la única que descubrió nuestra casa para tener la comida
asegurada.
Todavía
recuerdo aquellas noches de campo tan distantes y tan distintas.
En
las noches sin luna los sonidos brotaban de las entrañas mismas de
la oscuridad, lúgubres, tenebrosas, Todo desaparecía tras ese
negro telón natural, sabia que “Chito “ estaba ahí, con sus
ojos transformados en linternas.
Se
amanecía con el sol, nos íbamos a dormir con las estrellas, los
días eran intensos, las noches para soñar.
Hasta
la próxima, saludos ANA WAINER
corregido y recapitulado
en Figueras, 26 de julio del 2014.
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