sábado, 29 de noviembre de 2014


RECORDANDO AQUELLA EPOCA DE LA INFANCIA



El sol asomaba curioso entre las nubes. . No había ninguna garantía de que no siguiera lloviendo.

La soledad nunca fue buena compañía para los niños, y aquel momento yo poseía una buena porción de ella., Vos, papá, nos hacías barquitos de papel, y aquel signo premonitorio de mi vida actuó como estimulo para quebrar el orden establecido, ademas en ese preciso momento no llovía, estábamos en el mes de las lluvias o sea en otoño, ya casi invierno y yo solo tenia 4 años de edad.

( Entonces no sabia que algún día cruzaría la mar oceánica en barco y en 14 días de viaje estaría en el Viejo continente ) .

Salí al campo, pues vivíamos en una casa del gobierno dentro de un gran huerto, pues papá era medico interno de una colonia de retardados.

Me esperaba Chito, mi pastor alemán, apoyado en sus brazos, las orejas erguidas preparado para recoger la pelota que le arrojaría, pero, esta vez no había pelota, solo mi barquito de papel.

Busque con la vista algún “riacho “ para mi barco. Había una suave brisa, La tierra estaba mojada. Nos acercamos a la charca de los patos y ahí estaba lo que buscaba, el largo comedero estaba lleno de agua, deposite con cuidado mi barco y lo empuje para que navegue. Chito no entendía nada, que clase de juego era ese donde él no intervenía ? Naturalmente pato se aproximo al comedero a constatar que había llevado para comer.

Ante mi alegría una ráfaga de viento hizo navegar el barco hacia donde estaba pato, este ni corto ni perezoso le dio un picotazo que lo sumergió e intento comérselo.

La sorpresa y la rabia se apoderaron de mi y le dije “ sos muy malo, mira lo que hago con tu vara de buscar comida “, la agarre y la arroje a la charca, esto le gusto a Chito que estaba observando y salto a la agua fangosa en su busca, dejo la vara a mis pies y se sacudió de tal manera que quede bañada con esa agua sucia.

Llorando regrese a casa corriendo y la buena de Dolores, la empleada que ayudaba a mamá con los quehaceres de la casa, intento que pasara desapercibida pero las exclamaciones de María , la otra empleada, despertaron a mamá de su siesta.

Que pasa ?”

Nada, señora, Anita se resfaló “

que se bañe y se cambie de ropa “.

Una vez limpia y vestida me dirijo al comedor en busca de nuevas aventuras.

La mente infantil funciona libremente,. El futuro es un tiempo que no interesa. Pasteles y tartas estaban esperando el momento de la transgresión, la llegada del momento social se demora y adultos distraídos, niña golosa al acecho !.

Es la fiesta de mis 5 años !, es el 29 de junio ! Un día que oscurece a las 5 de la tarde porque es invierno, un día muy frío en que los leños de quebracho calientan y alumbra la estancia, un comedor sencillo, para gente no tan sencilla., en aquellas épocas el medico, como el comisario eran personajes muy importantes y muy respetadas y en el conjunto de la sociedad se los veía como personas distintas y sus familias eramos tratados con deferencia.

Yo era una niña educada para vivir en una sociedad de clases, debía cumplir el protocolo, debía cumplir las extrictas leyes de una élite social.

Esta teoría educativa estaba en clara contradicción con la recibida de la naturaleza y las circunstancias de la vida.

Papa y mama me sometieron a rígidas normas sociales y crecí rodeada de fantasmas.

En cambio el campo comenzó a perfilar mi temperamento independiente, mi espíritu libertario, hizo brotar de mis profundidades el repudio a la falta de libertades, mi naturaleza pura , salvaje, ya entonces luchaba tenazmente contra la celda cultural.

El día se iba consumiendo, se retiraron las visitas, y ya se oían en el pueblo los cohetes y el bullicio de los jóvenes preparando las fogatas cuyo humo se veía desde la ventana del consultorio.

Esta fiesta pagana para ahuyentar a los malos espíritus mediante el fuego exitába el animo de los enfermos a los que se les da la comida temprano para que se recluyan en sus dormitorios.

Las grandes fogatas animaban a las vecindades que de esta manera conseguían un paliativo para el intenso frío reinante y un motivo de jolgorio con practicas deportivas no exentas de peligro porque los jóvenes y no tan jóvenes saltaban entre las llamas.

Ya vendrá algún quemado “, vaticinaba mamá..

Los viajes de papá a la capital representaban el sinónimo de libertad. Dos veces a la semana y después del almuerzo papa iba a dar clases de psicología en un colegio secundario en la ciudad de Buenos Aires y mamá aprovechaba el viaje para ir a clase de piano y de cocina. Dolores cuidaba de mi hermano y de mi y preparaba la comida para la familia y para los animales,, ponía la mesa , limpiaba la casa y Santiago cuidaba de las gallinas, los patos, de Chito, de Michi, del jardín, de los arboles de sombra y frutales, había que regar, cortar el césped, limpiar la jaula de los canarios, limpiar el gallinero mientras María planchaba, lavaba la ropa, cocía la ropa, limpiaba y frotaba los metales.

Al oscurecer, Santiago encendía el farol de la entrada, al momento comenzaban a revolotear alrededor de la luz diversos insectos de todos los tamaños y colores que aumentaban en numero a medida que pasaban las horas y llegaba la noche, a sus vez ellos atraían a otro personaje que Dolores la llamaba “cra – cra “

Se trataba de una ranita muy pequeña que poseía una garganta muy potente, tanto por el color de su voz como por su fuerza.

La primera vez que nos vimos nos asustamos mutuamente, ella se refugio en el pastizal y yo en casa.

Siempre había creído que se trataba de la hijita de una rana grande que croaba con una voz bien impostada hasta que un día la sorprendí comunicándose a la distancia con sus congéneres. Aun me pregunto si fue la única que descubrió nuestra casa para tener la comida asegurada.

Todavía recuerdo aquellas noches de campo tan distantes y tan distintas.

En las noches sin luna los sonidos brotaban de las entrañas mismas de la oscuridad, lúgubres, tenebrosas, Todo desaparecía tras ese negro telón natural, sabia que “Chito “ estaba ahí, con sus ojos transformados en linternas.

Se amanecía con el sol, nos íbamos a dormir con las estrellas, los días eran intensos, las noches para soñar.

Hasta la próxima, saludos ANA WAINER

corregido y recapitulado en Figueras, 26 de julio del 2014.




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